Con el corazón lleno de expectación y la mente enfocada en la meta, regresamos a Durango con un espíritu renovado, listos para retomar el desafío del GR38 desde el mismo punto donde lo dejamos atrás hace un mes. Nuestro objetivo es claro: completar las dos últimas etapas que nos separan de Bermeo, una aventura que promete emociones y descubrimientos inolvidables.
Con los ánimos avivados y la determinación a flor de piel, nos lanzamos nuevamente a la ruta, cargados de ilusión y motivación. La etapa de hoy nos espera con un desafío de 28.7 Km hasta la histórica villa de Gernika. Partimos de Durango con rumbo a la cercana localidad de Iurreta, donde la imponente iglesia de San Miguel nos da la bienvenida con su esplendor arquitectónico.
Continuamos nuestro camino hacia el encantador barrio rural de Amatza (Iurreta), donde la ermita de San Martin nos invita a contemplar su belleza serena. De allí, avanzamos hacia Garai, sin llegar al centro urbano, pero encontrando en el camino la majestuosa ermita de San Juan de Momoitio y su necrópolis, testigos de la rica historia de la región.
A medida que avanzamos, nos sorprende la hermosa ermita de Santa Katalina, con su pintoresco pórtico de madera, y encontramos refugio más adelante en el área de descanso de Lasiar. Continuamos hacia el Portal de Magunas, donde una antigua ferrería nos recuerda el pasado industrial de la zona.
Desde allí, ascendemos a Maguna y seguimos por el antiguo camino que nos lleva a Astakurutze, en la ladera del imponente monte Oiz. Descendemos por la vieja calzada hasta la pista del Oiz, pasando por el caserío Ganbe y la nevera de Ganbe, que nos transportan a épocas pasadas donde el hielo era un tesoro.
Cruzamos la estrecha cuenca de la erreka Gola, donde encontramos el encantador molino de Ikadia, y disfrutamos de las impresionantes vistas del valle antes de pasar por la barriada de Albiz y llegar después a Mendata. Descendemos hasta la cuenca del río Berrekondo, pasando por el barrio de Lamikiz, y finalmente nos adentramos en la emblemática villa de Gernika a través del valle de Berrekondo.
Track para GPS:
Antes de lanzarnos de lleno a la travesía, hacemos una parada estratégica en la acogedora cafetería Alex, situada en la Plaza Ezkurdi, a solo unos pasos de la estación de Euskotren. Allí, mientras saboreamos un reconfortante desayuno, preparamos meticulosamente nuestros equipos: encendemos el GPS, ajustamos nuestras cámaras fotográficas y nos aseguramos de que nuestros bastones estén listos para acompañarnos en esta jornada de senderismo.
Nuestra travesía continúa con el deber de abandonar Durango y dirigirnos con paso firme hacia Iurreta. En este recorrido, nos encontraremos con emblemáticos sitios, como el encantador templete de música y la serena fuente Ezkurdi, ubicados en la animada Plaza Ezkurdi.
Durante nuestro recorrido, nos encontramos con la imponente presencia de la Ermita de la Magdalena. Esta edificación llama la atención por su peculiar pórtico, que evoca la arquitectura característica de las capillas funerarias presentes en cementerios como los de Amorebieta o Balmaseda.
La historia de esta ermita se remonta al comienzo del siglo XIX, en tiempos de la ocupación francesa en la villa. Fue entonces cuando las autoridades militares, establecidas en la región, ordenaron la reubicación de los cementerios que, hasta ese momento, estaban situados en los pórticos de Santa María y Santa Ana, fuera del centro de la Villa. Este decreto condujo a la construcción de la primitiva iglesia de la Magdalena en el lugar señalado. Posteriormente, con el traslado del cementerio a las afueras, se erigió la ermita en su lugar, conservando así su relevancia histórica y su importancia en la comunidad local.
Nuestra travesía nos lleva a Iurreta, un pintoresco municipio que limita con Durango. Iurreta, en un proceso iniciado en 1989 y finalizado el 1 de enero de 1990, logró su desanexión de Durango mediante un referéndum popular, un hito que marcó el retorno a su autonomía municipal. Inicialmente motivada por problemas de abastecimiento de agua, esta separación representa para Iurreta el redescubrimiento de su identidad propia.
La Plaza Aita San Miguel en Iurreta es el escenario que alberga la Iglesia de San Miguel. Este templo, caracterizado por un amplio pórtico compuesto por arcos de medio punto, se erige como un hito arquitectónico.
Estatua de un dantzari, alegórica a la Espatadantza, ubicada frente al Palacio Goikola, actualmente Ayuntamiento de Iurreta.
Juanjo Novella (1961) es el autor de “Dantzari”. Un bronce de 1997, que mide 2,10 metros de altura y se encuentra en la plaza Aita San Miguel de Iurreta, en la explanada de la iglesia. La estatua representa el clásico baile de las espadas. El artista expresa el rito del movimiento, la anatomía corporal y el vestuario popular de modo preciso y con todo lujo de detalles. La figura mira hacia la torre y se apoya sobre uno de sus pies. Tiene la cualidad de evidenciar la armonía del momento mediante la naturalidad de un equilibrio asimétrico. Una obra tradicional y popular
Nuestro camino nos lleva fuera del bullicio del núcleo urbano de Iurreta, adentrándonos simultáneamente en su apacible zona rural. Nos encaminamos hacia el barrio de Amatza, donde la tranquilidad del entorno y la belleza del paisaje nos aguardan. Es el momento perfecto para conectar con la naturaleza y disfrutar de la serenidad que ofrece este barrio de Iurreta.
A lo largo de nuestro recorrido, observamos cómo los antiguos caseríos han experimentado una evolución hacia un estilo más contemporáneo. Esta transformación arquitectónica nos muestra la adaptabilidad de la vida rural a las necesidades y tendencias actuales, sin perder el encanto y la esencia de su entorno tradicional.
Mientras avanzamos por el sendero, nos topamos con el encantador lavadero y la fuente de Amatza. De repente, mi mente divaga y se recrea en la posibilidad de que, en tiempos pasados, los antiguos arrieros con sus carros tirados por bueyes o mulas hicieran una pausa en este mismo lugar para saciar su sed. Esas historias del pasado se entrelazan con la belleza natural del entorno, invitándonos a reflexionar sobre las antiguas tradiciones y la conexión íntima entre el hombre y la naturaleza en estas tierras montañosas. Como curiosidad, en la fuente podemos observar un antiguo sepulcro de piedra arenisca en una sola pieza, que hoy sirve de abrevadero para el ganado
Una vez superada la fuente, a nuestra derecha se yergue la venerable ermita de Amatza. Esta antigua construcción, que data del siglo XI, constituye un hito crucial en la historia de Iurreta. Según diversos historiadores la ermita fue donada a San Millán de la Cogolla el 26 de agosto de 1072. En su parte posterior ostenta también una ventana prerrománica, así como una saetera decorada. Este evento resalta la relevancia de Iurreta en la región desde tiempos inmemoriales, recordándonos la profunda conexión de esta comunidad con su pasado ancestral.
Esta placa, en la fachada de la ermita, marca un hito en la historia del municipio, recordando el legado de hace casi un milenio cuando Sancho IV donó este lugar sagrado.
A medida que ascendemos, el paisaje se transforma ante nuestros ojos. Mirando hacia atrás, podemos contemplar los verdes prados de Iurreta desvaneciéndose en la niebla matinal, mientras que en el horizonte se yerguen imponentes las majestuosas montañas del Parque Natural de Urkiola.
Descubrir la belleza de los caseríos vascos es un deleite para los sentidos. Aunque ya sabíamos de su encanto, contemplarlos con nuestros propios ojos nos llena de emoción. La grandiosidad de sus construcciones, en perfecta armonía con el hermoso paisaje que los rodea, nos cautiva profundamente. Es un privilegio poder admirar estas joyas arquitectónicas enclavadas en entornos naturales tan impresionantes. Hoy en día, muchos caseríos han sido renovados y adaptados para satisfacer las necesidades modernas, pero siguen siendo una parte importante del paisaje y la cultura de Bizkaia. Algunos continúan siendo explotados como granjas familiares, mientras que otros se han convertido en casas rurales, museos o centros culturales que preservan la historia y las tradiciones locales. En la foto el caserío Zelai Garai (Solagarai) perteneciente a Momoito.
La carpintería en los tejados de los caseríos de Bizkaia refleja la habilidad artesanal y el conocimiento tradicional de los constructores vascos, que han desarrollado técnicas específicas a lo largo de los siglos para construir estructuras sólidas y duraderas.
Detalle del pasamanos de madera en la escalera del caserío.
En un alto cercano al núcleo de Momoitio (barrio de Garai), nos regalamos un momento para admirar la belleza que nos rodea. Con una mirada hacia atrás, nos encontramos con el impresionante espectáculo que nos ofrece el Parque Natural de Urkiola. Allí, frente a nosotros, se alzan majestuosas las imponentes moles de Untzillaitz y el imponente macizo de Eskuagatz, ofreciendo un panorama digno de admiración.
Enseguida llegamos a la Ermita de San Juan de Momoitio. Esta ermita se encuentra en una pequeña colina, en la vertiente meridional de las estribaciones del monte Oiz, en el barrio de Momoitio (Garai).
En el siglo II d.C., la zona de San Juan de Momoitio fue habitada tras la desocupación del cercano recinto fortificado de Tromoitio en Garai. Más tarde, en el siglo IX, la comunidad volvió a habitar el área, construyendo viviendas, una iglesia y un cementerio. Las viviendas eran chozas circulares o elípticas hechas de ramas y barro, con techos de hierba seca, y alrededor se encontraban graneros y cuadras. La comunidad cultivaba tierras cercanas con hortalizas y cereales.
La iglesia, rectangular y de unos 15 metros cuadrados, era el centro religioso y social del pueblo.
El cementerio contenía tumbas excavadas en la tierra, algunas cubiertas con losas con agujeros rituales. Las sepulturas estaban marcadas con estelas, algunas con inscripciones en latín.
Algunas de las estelas epigráficas medievales que podemos ver.
El único resto de época medieval conservado en la ermita actual es una estrecha saetera abierta en el muro de la cabecera decorada con bolas.
Apenas quinientos metros más adelante llegamos a la ermita de Santa Catalina que se encuentra en el cruce de caminos que conducen a Momoitio, al núcleo urbano de Garai y al camino que sube hasta el castro de Tromoitio. La ermita fue levantada por la casería de Duñaiturri y reconstruida en 1773. Es una ermita de planta rectangular con piedra de mampostería y sillería en los remates. Destaca su pórtico y el cerramiento de madera que deja ver la imagen de Santa Catalina, santa patrona de los escolares, estudiantes, filósofos y prisioneros. Delante de la ermita hay un sarcófago de piedra y una cruz.
El pórtico de madera.
Cruzamos un bosque de pinos insignis en la falda norte del monte Irumuitegana de camino al Área de Lasiar.
Área de Lasiar donde vemos el refugio.
Una vez que dejamos atrás el Área de Lasiar, nuestra ruta nos lleva hacia el Portal de Magunas. A medida que avanzamos, podremos distinguir claramente el monte Ametzorbe y el barranco de Zelaiño extendiéndose ante nosotros. El sendero que seguimos se encuentra a una altura intermedia, ofreciéndonos vistas panorámicas del paisaje circundante mientras avanzamos.
El barranco de Zelaiño
Tomamos un pequeño desvío para explorar y refrescarnos con un poco de agua de la fuente de Ametzorbe.
Nuestro camino por la falda del monte Ametzorbe.
Borda en la falda del monte Ametzorbe.
Los aerogeneradores en el cordal del monte Oiz
Llegamos a Maumebeia, donde entramos en la Comarca de Urdaibai. No estoy seguro si este también es el llamado Portal de Magunas, ya que dicen era la puerta de entrada tanto a la comarca de Urdaibai como a la del Duranguesado, o si el Portal de Magunas era simplemente un tramo de la vieja calzada..
Muy cerca del caserío se encuentran las ruinas de lo que fue la ferrería de Olea, un vestigio histórico que nos transporta al pasado industrial de la zona.
Caserío Maumebeia y la erreka Oromiño.
Viejo puente sobre la erreka Oromiño.
Desde Maumebeia subimos a Maguna (Maume). Pertenece al municipio de Muxica.
La ermita de San Lorenzo domina la plaza principal en Maume y a la entrada tenemos una buena fuente.
Vistas desde Maguna. En la parte baja del valle esta la ferrería Olea. Por la derecha podemos ver el monte Erroiatx.
Desde Maume, y tras un breve repecho, nos encaminamos hacia el collado de Astakurutze, el cual parece estar muy cerca, especialmente al observar la proximidad de los aerogeneradores en el monte Oiz.
Llegamos al collado de Astakurutze.
Desde el collado, y por primera vez desde que salimos de Logroño, se divisa el mar, específicamente la reserva de la Biosfera de Urdaibai. Además, podemos avistar la villa de Gernika, destacando entre los demás pueblos que bordean la costa. Es fácil imaginar que, para los antiguos arrieros, alcanzar este punto y vislumbrar el mar los hacía sentir más cerca de casa, lo que seguramente aumentaba sus ánimos para llegar y completar su viaje.
Todavía nos queda ruta, pero a lo lejos ya vemos nuestro destino de hoy: Gernika.
La iglesia de Mundaka, pueblo mundialmente conocido por el surf, destaca en el estuario de Urdaibai
Por la falda del monte Oiz.
Vistas desde nuestro camino hacia el macizo de Bedartzandi.
Bedartzandi.
La ermita de Santa Eufemia en las Peñas de Urregarai (macizo de Bedartzandi)
Sierra de Leia con la cima del monte Illuntzar.
Monte Oiz desde la zona de Ganbe.
Sobre una loma se alza al barrio de Albiz (Mendata). Para poder llegar primero tenemos que bajar al fondo del valle Gola y luego subir por la otra ladera.
En el fondo del valle encontramos el molino Ikadia
Camino de Albiz el sendero cruza la Golako erreka.
Tras un duro repecho llegamos al barrio de Albiz. Nos quedamos lo justo ya que no hay servicios.
El monte Oiz desde el barrio de Albiz.
En Albiz, me llamó la atención un mandarino que estaba plantado, así que le pregunté a la señora de la casa vecina si podíamos coger algunas mandarinas. Amablemente, ella misma nos ofreció unas cuantas que había recogido esa mañana. Por lo tanto, hicimos una breve parada y disfrutamos de unas deliciosas mandarinas que nos supieron a gloria.
A medida que avanzamos, divisamos a lo lejos Mendata. Su tamaño aparenta ser considerable, lo que nos hace suponer que encontraremos algún bar donde poder tomarnos una merecida caña. Mientras continuamos caminando, la expectativa aumenta. Después de tantos kilómetros recorridos, anhelamos con ansias una refrescante caña para recargar energías.
Detalle del barrio de Elexalde (Mendata)
Monte Oiz visto desde las cercanías de Mendata.
Entramos en Mendata. Es uno de los municipios situados a mayor altitud de la comarca Busturialdea-Urdaibai.
Al llegar al final del pueblo, divisamos el oasis perfecto para los montañeros sedientos: el bar-restaurante Artape. ¡Qué hallazgo! Nos dimos el lujo de disfrutar no de una, sino de dos deliciosas cañas, ¡una recompensa más que merecida después de la jornada! Pero lo mejor aún estaba por venir: desde este punto, todo es bajada.
Desde Mendata, iniciamos nuestro descenso hacia el valle de Berrekondo. Tras atravesar un pequeño conjunto de viviendas que parece tomar el nombre de Lamikiz, continuamos nuestra bajada hacia el fondo del valle. Aquí, una firme y bien trazada pista asfaltada serpentea a través del valle, ofreciéndonos una ruta clara y directa que nos lleva sin complicaciones hasta Gernika. En la foto el caserío Aristieta Aurrekoa en el valle de Berrekondo.
Una vez llegamos a Gernika, nos reciben las luces de la calle ya encendidas. Nuestra próxima tarea es encontrar la pensión que hemos reservado. Una vez instalados y refrescados con una reconfortante ducha, llega el momento de explorar las opciones gastronómicas que ofrece la ciudad. Es hora de elegir un buen lugar para cenar y disfrutar de una agradable velada en este emblemático destino.
Resulta que hoy nos acompañó la perrita Dru en nuestra excursión. ¡Y vaya que ha sido toda una campeona! No se ha amilanado ante la distancia y ha recorrido una buena cantidad de kilómetros junto a nosotros. Al llegar a la pensión, ni siquiera esperó a que deshiciéramos nuestras mochilas, ¡fue directa a conquistar el sofá!
Y como mandan los cánones, ¿qué mejor manera de celebrar el final de la etapa que con un buen caldo riojano? ¡A vuestra salud, montañeros!
Antes de cenar, dimos una breve vuelta por el centro de Gernika. Al preguntar a los lugareños, nos recomendaron que fuéramos al bar llamado "Boliña El Viejo" para cenar, y les adelanto que fue todo un éxito. ¡Una recomendación acertada que disfrutamos al máximo! En la foto La Plaza Foru.
Estatua de Iparaguirre, cantautor vasco. Destacó por sus composiciones en euskera siendo el “Gernikako Arbola” (himno al árbol de Guernica) su obra más conocida.
El recorrido nos dejó maravillados, sin embargo, como suele ser habitual, echamos de menos una mayor presencia de servicios a lo largo de la ruta. El único lugar donde pudimos encontrar algo para tomar fue en Mendata. En los demás pequeños núcleos por los que pasamos, solo reinaba la tranquilidad, mucha tranquilidad.