Hoy toca ruta por el Parque Natural de Urbasa-Andia, en Navarra, y no creo exagerar si digo que cualquier recorrido por aquí es garantía de paisajes espectaculares. Esta vez nos moveremos por la parte norte del parque, con la idea de subir a los cortados de la sierra, a la conocida Cresta de Ollide, y hacerlo por un paso montañero cada vez más popular: la Brecha de Arrangarte.
De Lizarraga a la Brecha de Arrangarte
Dejamos el coche junto al ayuntamiento de Lizarraga y desde allí mismo empezamos a caminar. Al poco pasamos por la ermita de San Donato, que está justo al lado de la carretera. Subimos unos metros más por el asfalto hasta llegar a una fuente, y en ese punto tomamos el camino que empieza a ganar altura por la calle Mendi Bidea.
El sendero nos lleva hasta una curva cerrada de la carretera que sube al puerto, y justo ahí giramos a la derecha, dirección al depósito de agua. Este es el camino que asciende hasta la cresta por el Portillo de Lizarraga. Nada más empezar a subir, frente a nosotros se alza la impresionante Cresta de Ollide y, un poco más allá, la Peña de San Adrián, con su ermita encaramada en lo alto. Bajo esos paredones calizos se extiende un hayedo precioso. La pista es ancha, cómoda, de esas con piedrilla blanca que se caminan sin esfuerzo, y poco a poco nos va metiendo en ambiente.
Enseguida nos adentramos en el bosque y seguimos ganando altura sin demasiada dificultad. Llegamos a una pequeña explanada justo debajo de una de las paredes de San Adrián, punto clave del recorrido. La pista principal sigue por la derecha hacia el Portillo de Lizarraga, pero nosotros tomamos el sendero que sale por la izquierda, dirección a la Brecha de Arrangarte.
El sendero se mete de lleno en el hayedo, y tras un par de lazadas volvemos a situarnos al pie de las murallas calizas. Está muy bien trazado, y sube entre las rocas hasta un mirador natural desde el que el valle de Ergoiena y el monte Beriain se ven espectaculares. Ya se intuye la brecha, y un último tramo de subida nos deja justo a sus pies.
El paso por la Brecha de Arrangarte es una auténtica maravilla. El sendero se abre literalmente entre las rocas, como si alguien hubiera cortado la montaña a cuchillo. Tiene algún tramo algo empinado, pero en condiciones normales no presenta dificultad. Solo si hay nieve puede complicarse un poco, sobre todo en bajada, porque el terreno se vuelve resbaladizo. Llevamos recorridos unos tres kilómetros desde Lizarraga y ya estamos disfrutando de lo mejor de la ruta.
Ermita de San Adrián, el Portillo y la gran cueva de Lezaundi
Superado el paso, seguimos avanzando por terreno más abierto y enseguida nos acercamos a la ermita de San Adrián, levantada sobre un espolón calizo con vistas de postal. Y justo allí nos estaban esperando Rebeca, Jokin y Ainhoa, que habían subido por otro camino para unirse al grupo. El reencuentro fue animado, con risas, saludos y una buena tanda de fotos con el Beriain de fondo.
Después de disfrutar del momento y de las vistas, bajamos hacia el Portillo de Lizarraga, donde el sendero cruza un polje —el de Mendizelai—, ese típico valle cerrado de las zonas kársticas.
Desde el Portillo seguimos hacia Lezaundi, la cueva más grande de Urbasa. La cornisa tiene unos setenta metros de longitud y casi treinta de desnivel. Su origen parece ser el hundimiento de una gran dolina, que dejó una especie de cornisa semicircular de piedra cubriendo una depresión natural. En el fondo se abre la entrada a la cueva. El acceso es cómodo, y asomarse a su enorme boca impresiona.
Tras explorar un rato el interior y disfrutar del frescor, retomamos el camino rumbo a los Ojos de Iruaitzeta.
Monte a través hacia los Ojos de Iruaitzeta
Para llegar hasta allí, toca caminar casi monte a través, pasando por los parajes de Iratza, Arantzaldia, Ozpinarri y Aginan. En este último nos encontramos con un menhir, el Aginan zutarria, partido en tres trozos. El entorno es una delicia: un hayedo de cuento, silencioso, húmedo y lleno de ese verde tan intenso del musgo que cubre las rocas kársticas. Dolinas, grietas, piedras pulidas por el agua… un auténtico laberinto natural.
Poco a poco alcanzamos el raso de Baiza, otro pequeño polje rodeado de suaves lomas. Desde allí seguimos cresteando hasta el collado de Oineta, donde encontramos un poste de señalización.
Desde este punto una senda se adentra en la ladera norte y lleva directamente a la espectacular formación rocosa de los Ojos de Iruaitzeta, un capricho geológico con forma de grandes arcos naturales que dejan pasar la luz. Las vistas hacia los pueblos de Bakaiku, Iturmendi, Urdain y Alsasua son magníficas.
De Maiza a Lizarraga: regreso con vistas de postal
Tras disfrutar del rincón y las panorámicas, regresamos al collado de Oineta. En lugar de volver por la misma cresta, tomamos un camino más cómodo que nos lleva de nuevo al raso de Baiza. Desde allí ya se ve claramente la cima de Maiza, con su vértice geodésico coronando la loma.
Cruzamos el raso, subimos una pequeña pendiente y alcanzamos la cima, que nos regala unas vistas de escándalo hacia la Sakana y el valle de Ergoiena, con el monte Beriain dominando el horizonte.
Desde Maiza continuamos cresteando en dirección al Portillo de Lizarraga, pasando por otra cota llamada Iruelorrieta. El portillo se reconoce fácilmente por su puerta metálica marrón. Y para cerrar la jornada, una bajada preciosa, fácil y cómoda, que nos devuelve a Lizarraga entre hayas, roca y paisajes que parecen sacados de un cuento.
Una ruta completísima, de las que tienen de todo: hayedos, cortados calizos, cuevas, formaciones curiosas y unas vistas que no se olvidan. El Parque Natural de Urbasa-Andia nunca falla… y hoy, con este grupo y ese reencuentro en San Adrián, menos todavía.
Track para GPS:



























































































































































Hoy nos hemos juntado un buen grupo: Ana Ch, Merce, Aurora, Ángel y yo. El plan era acercarnos al valle de Ergoiena, concretamente al pueblo de Lizarraga, ese mismo que da nombre al famoso puerto de montaña de la Sierra de Andia.
Hoy toca ruta por el Parque Natural de Urbasa-Andia, en Navarra, y no creo exagerar si digo que cualquier recorrido por aquí es garantía de paisajes espectaculares. Esta vez nos moveremos por la parte norte del parque, con la idea de subir a los cortados de la sierra, a la conocida Cresta de Ollide, y hacerlo por un paso montañero cada vez más popular: la Brecha de Arrangarte.
De Lizarraga a la Brecha de Arrangarte
Dejamos el coche junto al ayuntamiento de Lizarraga y desde allí mismo empezamos a caminar. Al poco pasamos por la ermita de San Donato, que está justo al lado de la carretera. Subimos unos metros más por el asfalto hasta llegar a una fuente, y en ese punto tomamos el camino que empieza a ganar altura por la calle Mendi Bidea.
El sendero nos lleva hasta una curva cerrada de la carretera que sube al puerto, y justo ahí giramos a la derecha, dirección al depósito de agua. Este es el camino que asciende hasta la cresta por el Portillo de Lizarraga. Nada más empezar a subir, frente a nosotros se alza la impresionante Cresta de Ollide y, un poco más allá, la Peña de San Adrián, con su ermita encaramada en lo alto. Bajo esos paredones calizos se extiende un hayedo precioso. La pista es ancha, cómoda, de esas con piedrilla blanca que se caminan sin esfuerzo, y poco a poco nos va metiendo en ambiente.
Enseguida nos adentramos en el bosque y seguimos ganando altura sin demasiada dificultad. Llegamos a una pequeña explanada justo debajo de una de las paredes de San Adrián, punto clave del recorrido. La pista principal sigue por la derecha hacia el Portillo de Lizarraga, pero nosotros tomamos el sendero que sale por la izquierda, dirección a la Brecha de Arrangarte.
El sendero se mete de lleno en el hayedo, y tras un par de lazadas volvemos a situarnos al pie de las murallas calizas. Está muy bien trazado, y sube entre las rocas hasta un mirador natural desde el que el valle de Ergoiena y el monte Beriain se ven espectaculares. Ya se intuye la brecha, y un último tramo de subida nos deja justo a sus pies.
El paso por la Brecha de Arrangarte es una auténtica maravilla. El sendero se abre literalmente entre las rocas, como si alguien hubiera cortado la montaña a cuchillo. Tiene algún tramo algo empinado, pero en condiciones normales no presenta dificultad. Solo si hay nieve puede complicarse un poco, sobre todo en bajada, porque el terreno se vuelve resbaladizo. Llevamos recorridos unos tres kilómetros desde Lizarraga y ya estamos disfrutando de lo mejor de la ruta.
Ermita de San Adrián, el Portillo y la gran cueva de Lezaundi
Superado el paso, seguimos avanzando por terreno más abierto y enseguida nos acercamos a la ermita de San Adrián, levantada sobre un espolón calizo con vistas de postal. Y justo allí nos estaban esperando Rebeca, Jokin y Ainhoa, que habían subido por otro camino para unirse al grupo. El reencuentro fue animado, con risas, saludos y una buena tanda de fotos con el Beriain de fondo.
Después de disfrutar del momento y de las vistas, bajamos hacia el Portillo de Lizarraga, donde el sendero cruza un polje —el de Mendizelai—, ese típico valle cerrado de las zonas kársticas.
Desde el Portillo seguimos hacia Lezaundi, la cueva más grande de Urbasa. La cornisa tiene unos setenta metros de longitud y casi treinta de desnivel. Su origen parece ser el hundimiento de una gran dolina, que dejó una especie de cornisa semicircular de piedra cubriendo una depresión natural. En el fondo se abre la entrada a la cueva. El acceso es cómodo, y asomarse a su enorme boca impresiona.
Tras explorar un rato el interior y disfrutar del frescor, retomamos el camino rumbo a los Ojos de Iruaitzeta.
Monte a través hacia los Ojos de Iruaitzeta
Para llegar hasta allí, toca caminar casi monte a través, pasando por los parajes de Iratza, Arantzaldia, Ozpinarri y Aginan. En este último nos encontramos con un menhir, el Aginan zutarria, partido en tres trozos. El entorno es una delicia: un hayedo de cuento, silencioso, húmedo y lleno de ese verde tan intenso del musgo que cubre las rocas kársticas. Dolinas, grietas, piedras pulidas por el agua… un auténtico laberinto natural.
Poco a poco alcanzamos el raso de Baiza, otro pequeño polje rodeado de suaves lomas. Desde allí seguimos cresteando hasta el collado de Oineta, donde encontramos un poste de señalización.
Desde este punto una senda se adentra en la ladera norte y lleva directamente a la espectacular formación rocosa de los Ojos de Iruaitzeta, un capricho geológico con forma de grandes arcos naturales que dejan pasar la luz. Las vistas hacia los pueblos de Bakaiku, Iturmendi, Urdain y Alsasua son magníficas.
De Maiza a Lizarraga: regreso con vistas de postal
Tras disfrutar del rincón y las panorámicas, regresamos al collado de Oineta. En lugar de volver por la misma cresta, tomamos un camino más cómodo que nos lleva de nuevo al raso de Baiza. Desde allí ya se ve claramente la cima de Maiza, con su vértice geodésico coronando la loma.
Cruzamos el raso, subimos una pequeña pendiente y alcanzamos la cima, que nos regala unas vistas de escándalo hacia la Sakana y el valle de Ergoiena, con el monte Beriain dominando el horizonte.
Desde Maiza continuamos cresteando en dirección al Portillo de Lizarraga, pasando por otra cota llamada Iruelorrieta. El portillo se reconoce fácilmente por su puerta metálica marrón. Y para cerrar la jornada, una bajada preciosa, fácil y cómoda, que nos devuelve a Lizarraga entre hayas, roca y paisajes que parecen sacados de un cuento.
Una ruta completísima, de las que tienen de todo: hayedos, cortados calizos, cuevas, formaciones curiosas y unas vistas que no se olvidan. El Parque Natural de Urbasa-Andia nunca falla… y hoy, con este grupo y ese reencuentro en San Adrián, menos todavía.



























































































































































Hoy nos hemos juntado un buen grupo: Ana Ch, Merce, Aurora, Ángel y yo. El plan era acercarnos al valle de Ergoiena, concretamente al pueblo de Lizarraga, ese mismo que da nombre al famoso puerto de montaña de la Sierra de Andia.
Hoy toca ruta por el Parque Natural de Urbasa-Andia, en Navarra, y no creo exagerar si digo que cualquier recorrido por aquí es garantía de paisajes espectaculares. Esta vez nos moveremos por la parte norte del parque, con la idea de subir a los cortados de la sierra, a la conocida Cresta de Ollide, y hacerlo por un paso montañero cada vez más popular: la Brecha de Arrangarte.
De Lizarraga a la Brecha de Arrangarte
Dejamos el coche junto al ayuntamiento de Lizarraga y desde allí mismo empezamos a caminar. Al poco pasamos por la ermita de San Donato, que está justo al lado de la carretera. Subimos unos metros más por el asfalto hasta llegar a una fuente, y en ese punto tomamos el camino que empieza a ganar altura por la calle Mendi Bidea.
El sendero nos lleva hasta una curva cerrada de la carretera que sube al puerto, y justo ahí giramos a la derecha, dirección al depósito de agua. Este es el camino que asciende hasta la cresta por el Portillo de Lizarraga. Nada más empezar a subir, frente a nosotros se alza la impresionante Cresta de Ollide y, un poco más allá, la Peña de San Adrián, con su ermita encaramada en lo alto. Bajo esos paredones calizos se extiende un hayedo precioso. La pista es ancha, cómoda, de esas con piedrilla blanca que se caminan sin esfuerzo, y poco a poco nos va metiendo en ambiente.
Enseguida nos adentramos en el bosque y seguimos ganando altura sin demasiada dificultad. Llegamos a una pequeña explanada justo debajo de una de las paredes de San Adrián, punto clave del recorrido. La pista principal sigue por la derecha hacia el Portillo de Lizarraga, pero nosotros tomamos el sendero que sale por la izquierda, dirección a la Brecha de Arrangarte.
El sendero se mete de lleno en el hayedo, y tras un par de lazadas volvemos a situarnos al pie de las murallas calizas. Está muy bien trazado, y sube entre las rocas hasta un mirador natural desde el que el valle de Ergoiena y el monte Beriain se ven espectaculares. Ya se intuye la brecha, y un último tramo de subida nos deja justo a sus pies.
El paso por la Brecha de Arrangarte es una auténtica maravilla. El sendero se abre literalmente entre las rocas, como si alguien hubiera cortado la montaña a cuchillo. Tiene algún tramo algo empinado, pero en condiciones normales no presenta dificultad. Solo si hay nieve puede complicarse un poco, sobre todo en bajada, porque el terreno se vuelve resbaladizo. Llevamos recorridos unos tres kilómetros desde Lizarraga y ya estamos disfrutando de lo mejor de la ruta.
Ermita de San Adrián, el Portillo y la gran cueva de Lezaundi
Superado el paso, seguimos avanzando por terreno más abierto y enseguida nos acercamos a la ermita de San Adrián, levantada sobre un espolón calizo con vistas de postal. Y justo allí nos estaban esperando Rebeca, Jokin y Ainhoa, que habían subido por otro camino para unirse al grupo. El reencuentro fue animado, con risas, saludos y una buena tanda de fotos con el Beriain de fondo.
Después de disfrutar del momento y de las vistas, bajamos hacia el Portillo de Lizarraga, donde el sendero cruza un polje —el de Mendizelai—, ese típico valle cerrado de las zonas kársticas.
Desde el Portillo seguimos hacia Lezaundi, la cueva más grande de Urbasa. La cornisa tiene unos setenta metros de longitud y casi treinta de desnivel. Su origen parece ser el hundimiento de una gran dolina, que dejó una especie de cornisa semicircular de piedra cubriendo una depresión natural. En el fondo se abre la entrada a la cueva. El acceso es cómodo, y asomarse a su enorme boca impresiona.
Tras explorar un rato el interior y disfrutar del frescor, retomamos el camino rumbo a los Ojos de Iruaitzeta.
Monte a través hacia los Ojos de Iruaitzeta
Para llegar hasta allí, toca caminar casi monte a través, pasando por los parajes de Iratza, Arantzaldia, Ozpinarri y Aginan. En este último nos encontramos con un menhir, el Aginan zutarria, partido en tres trozos. El entorno es una delicia: un hayedo de cuento, silencioso, húmedo y lleno de ese verde tan intenso del musgo que cubre las rocas kársticas. Dolinas, grietas, piedras pulidas por el agua… un auténtico laberinto natural.
Poco a poco alcanzamos el raso de Baiza, otro pequeño polje rodeado de suaves lomas. Desde allí seguimos cresteando hasta el collado de Oineta, donde encontramos un poste de señalización.
Desde este punto una senda se adentra en la ladera norte y lleva directamente a la espectacular formación rocosa de los Ojos de Iruaitzeta, un capricho geológico con forma de grandes arcos naturales que dejan pasar la luz. Las vistas hacia los pueblos de Bakaiku, Iturmendi, Urdain y Alsasua son magníficas.
De Maiza a Lizarraga: regreso con vistas de postal
Tras disfrutar del rincón y las panorámicas, regresamos al collado de Oineta. En lugar de volver por la misma cresta, tomamos un camino más cómodo que nos lleva de nuevo al raso de Baiza. Desde allí ya se ve claramente la cima de Maiza, con su vértice geodésico coronando la loma.
Cruzamos el raso, subimos una pequeña pendiente y alcanzamos la cima, que nos regala unas vistas de escándalo hacia la Sakana y el valle de Ergoiena, con el monte Beriain dominando el horizonte.
Desde Maiza continuamos cresteando en dirección al Portillo de Lizarraga, pasando por otra cota llamada Iruelorrieta. El portillo se reconoce fácilmente por su puerta metálica marrón. Y para cerrar la jornada, una bajada preciosa, fácil y cómoda, que nos devuelve a Lizarraga entre hayas, roca y paisajes que parecen sacados de un cuento.
Una ruta completísima, de las que tienen de todo: hayedos, cortados calizos, cuevas, formaciones curiosas y unas vistas que no se olvidan. El Parque Natural de Urbasa-Andia nunca falla… y hoy, con este grupo y ese reencuentro en San Adrián, menos todavía.