La Sierra de Entzia, ubicada en Álava, es la continuación occidental de la Sierra de Urbasa, aunque esta última pertenece a Navarra. Durante años, había deseado explorar esta región, atraído por una ruta que llamó mi atención cuando fue compartida por un usuario en el foro de referencia montañera, Mendiak.
El recorrido comienza en el pintoresco pueblo alavés de Andoin, situado en la llanada alavesa, a 40 kilómetros de la capital, Vitoria-Gasteiz. Tras un breve paseo por el pueblo, la primera parada es en las espectaculares Cascadas de Toberia, un rincón natural que impresiona por su belleza.
Desde allí, la ruta asciende hacia las campas de Legaire, por un camino que, aunque algo salvaje, ofrece una conexión única con la naturaleza. Las campas de Legaire son un enclave histórico, donde se pueden admirar algunos de los restos megalíticos más famosos de la zona, como el imponente cromlech de Mendiluze.
Adentrándose en el denso bosque de Entzia, el sendero lleva a la enigmática Cueva de Iguarán y al Laberinto de Arno, lugares que invitan a la reflexión y la desconexión en un entorno de absoluta tranquilidad.
El recorrido culmina con la subida a las cumbres de Morrupuerto, Baio (la cúspide de la Sierra de Entzia) y Mirutegi, desde donde se disfruta de impresionantes vistas sobre los cortados occidentales de la sierra.
Track para GPS:
Aparcamos sin problemas en la plaza del pueblo de Andoin.
Brumas matinales en la vertiente Norte de la Sierra de Entzia.
El camino hacia las Cascadas de Tobería es, al principio, un paseo fácil y bien marcado, perfecto para disfrutar sin complicaciones. Mientras avanzas, te encuentras con unos robles centenarios que se destacan por su tamaño y antigüedad, dándole un toque especial al recorrido. Estos árboles, que han estado allí durante generaciones, hacen que la caminata sea aún más agradable y llena de encanto.
Al llegar a las Cascadas de Tobería, nos damos cuenta de inmediato de que no escogimos el mejor día para la visita. Hace tiempo que no ha llovido, y la regata prácticamente no lleva agua. Es una pena, porque he visto fotos del lugar cuando está en su pleno esplendor, y es un verdadero deleite para la vista. Está claro que la mejor época para venir es un par de días después de una buena lluvia..
Aunque los saltos de agua no están en su mejor momento, el lugar sigue siendo una auténtica maravilla. La belleza natural de la zona, con su entorno tranquilo y su ambiente mágico, hace que valga la pena la visita, incluso sin el espectáculo de las cascadas en plena acción.
Se supone que por estas zonas verdes que vemos cae agua formando unos saltitos muy bonitos.
Esta serie de cascadas está formada por una piedra caliza llamada toba, que se crea gracias al carbonato cálcico presente en las aguas subterráneas que brotan del subsuelo de la Sierra de Entzia. Son tan hermosas como delicadas, y su fragilidad les añade un toque especial, recordándonos lo valiosa y efímera que puede ser la belleza natural.
Nosotros seguimos subiendo hacia la parte alta de las cacadas.
Parece que hemos alcanzado el nacedero del río, donde un caos de piedras llena la vaguada. El track que llevamos parece coincidir con unos puntos rojos que estamos viendo en el terreno, lo que nos da ánimos, ya que la senda tiende a desvanecerse en este tramo. Estos pequeños indicios nos mantienen en el camino, aunque la ruta se vuelve cada vez más borrosa.
La senda en algunos momentos se difumina pero en general no estamos teniendo problemas para seguirla.
Llegamos a un punto donde el camino se pone bastante empinado. Afortunadamente, todavía se nota la traza en el sendero, y el track indica que vamos en la dirección correcta, así que decidimos seguir adelante. La subida se siente, pero confiamos en que estamos en el buen camino.
El pueblo de Andoin desde una pequeña ventana que nos brinda el monte. Vemos la amplia plaza donde hemnos aparcado.
El monte Aratz y la Sierra de Aizl¡korri.
Nuestro sendero es un tanto salvaje, pero por ahora lo estamos siguiendo bastante bien. Parece que no falta mucho para alcanzar el Portillo de Andoin, en la parte alta de la sierra. Desde aquí, ya podemos ver las cimas de Kortaundi y Akarrate, lo que nos da un impulso extra para seguir adelante.
El amigo Jafo contemplando el monte Aratz.
Alcamzamos el Portillo de Andoin
Una vez arriba nos dirigimos hacia las campas de Legaire.
Finalmente llegamos a las campas de Legaire, una zona de pastoreo por excelencia y un auténtico tesoro de restos megalíticos. Aquí encontramos 14 menhires, 70 túmulos, 3 dólmenes y 1 círculo de piedras. Es un lugar impresionante, lleno de historia y belleza natural.
Mi amigo JAFO posando junto a los menhires de Legaire Este I y II
Menhir de Legaire Sur de 3,3 metros de altura
Vamos siguiendo el curso de la erreka Legaire que en estos momentos no lleva casi agua.
Nos encontramos con una escena desgarradora. Justo en ese momento, acababa de fallecer una yegua, y su potrillo se mantenía al lado de su madre sin separarse. La situación fue realmente conmovedora y nos dejó un nudo en el corazón. Aunque no sabemos con certeza lo que ocurrió, parece que la yegua pudo haber tenido problemas tras el parto. Nos vamos con una profunda tristeza, preguntándonos qué será del potrillo sin su madre.
Dejamos el curso de la erreka y ponemos rumbo hacia el Cromlech de Mendiluze.
Legaire nos está dejando boquiabiertos con su belleza.
Antes de llegar al cromlech pasamos junto al Menhir de Mendiluze. Menhir de Mendiluze de 3.5 metros de altura.
El crómlech de Mendiluze, descubierto en 1983 en las campas de Legaire, en la Sierra de Entzia, es un fascinante vestigio histórico. Excavado al año siguiente por el arqueólogo José Ignacio Vegas Aramburu, este monumento consiste en un círculo de piedras pequeñas con cuatro grandes menhires destacando en su interior. Durante las excavaciones, se halló una estructura interna similar a una cista rectangular que contenía restos de huesos y carbones. Con aproximadamente 2700 años de antigüedad, el crómlech sirvió como lugar de enterramiento para los habitantes de la región en tiempos antiguos.
Cada menhir está orientado hacia un punto cardinal. El más ancho y grande está orientado al W
Visto el precioso cromlech nos vamos hacia la Cueva de Iguaran y para ello no metemos en el bosque dirigiendonos hacia el Sur.
Y el amigo Jafo, que es setero, buscando .
Conectamos con un sendero más importante que atraviesa el bosque y se dirige hacia el Puerto de Bikuña, al oeste de la sierra. Este camino más amplio nos ofrece una ruta clara y bien definida mientras seguimos explorando la zona.
Creo haber visto unas marcas rojas en el camino principal que eran unas referencias para ir a la Cueva de Iguaran. No tardamos en llegar a la cueva ubicada en precioso paraje.
La entrada de la cueva que queda unos metros más abajo de donde nos encontramos. Aquí se nota la temperatura más fresquita.
Bajamos con cuidado hasta la entrada de la cueva.
Y aprovechamos este precioso lugar para almorzar.
Regresamos después al camino principal y contiuamos por el mismo.
Después de un rato caminando llegamos al Labertinto de Arno
En el Laberinto de Arno, nos encontramos con rocas de media altura que crean pasillos y encantadores rincones para explorar. Es un verdadero deleite moverse entre estas formaciones rocosas, cada giro y paso revela nuevas perspectivas y secretos, haciendo de la exploración una experiencia fascinante.
El elemento geológico más famosos del Laberinto de Arno es sin duda el Arco de Zalamportillo.
Puerto de Bikuña también llamado Puerto de San Román.
Desde el Puerto de Bikuña nos dirigimos hacia la linea de cortados donde está la cima de Baio.
Llegamos a los cortados teneindo una amplia vista de la LLanada alavesa y los Montes de Iturrieta.
Desde este punto, podemos observar el camino que desciende desde el Puerto de Bikuña, así como la cota de Txumarregi, que se alza sobre el cortado. Txumarregi es la cota más alta entre el Puerto de Opakua y el Puerto de Bikuña, y su imponente presencia añade un toque majestuoso al paisaje.
Vistas del pueblo de Agurain / Salvatierra desde los cortados
Hacia la cima del Baio.
Cumbre de Morropuerto (1186 m).
Piedras de una cantera prehistorica en las cercanias de la cumbre de Morropuerto.
Muy cerca se encuentra la cima de Baio con su vértice geodésico.
Baio (1197 m). Nos encontramos en la cúspide de la Sierra de Entzia.
Buzón en la cima del Baio.
Aralar a lo lejos con el inconfundible 'Txindoki'
Desde la cima de Baio, podemos admirar los rasos de Legaire y la cima de Surbe, que se perfilan entre las sombras de las nubes. En la distancia, se alcanza a ver Aralar, añadiendo un toque de grandeza al horizonte.
Aralar, con el 'Txindoki' por la izquierda.
Siguiendo la linde de los cortados, ahora nos dirigimos hacia la cima de Mirutegi, donde nos aguarda una gran cruz de hierro. Este punto elevado ofrece no solo una vista espectacular, sino también un símbolo imponente en la cumbre.
De allí venimos siguiendo la linea de los cortados.
Mirutegi (1167 m). Una gran cruz de hierro de 10,48 metros de altura domina la cima. Cruz colocada el 12 de octubre de 1965
Buzón del Mirutegi.
La cima de Surbe y los rasos de Legaire.
Vistas desde Mirutegi dominando el Valle de Asparrena y la LLanada alavesa. Vistas muy buenas.
Desde el Mirutegi nos vamos hacia el Portillo de Atau.
El pueblo de San Román tirando de zoom desde Mirutegi.
Justo al lado del portillo de Atau tenemos una última cimita, la de Atauko haitza (1103 m).
Comenzamos el descenso. Precioso camino de bajada desde el Puerto de Atau.
Y una vez abajo nuestro camino faldea la base de la vertiente Norte de Entzia hasta llegar a Andoin.
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