Travesia Deba-Orio por los macizos de Izarraitz, Hernio y Pagoeta
Día 3 de 3
Zelatun-Iturriotz-Altzuzelai-Olarteta-Murugil-Cruz de Pagoeta-Falla de Azkorteaitza-Orio-Agorregi-Orio
La noche fue... digamos "movida". El viento no paró de zarandear el toldo de la borda como si quisiera hacer un solo de tambor, asegurándose de que ninguno durmiéramos del tirón. Juan, desesperado, buscó refugio en otro sitio menos ruidoso. A las 7:30, con más ganas de café que de caminar, recogimos el campamento dejando todo tal y como lo encontramos. A las 8:30 en punto llegó el todoterreno con el equipo de la borda de Zelatun y, en un abrir y cerrar de ojos, nos sirvieron el desayuno. Como no había prisa, nos quedamos un rato disfrutando del calorcito.
La niebla seguía envolviendo todo con su manto misterioso, así que decidimos no subir al Ernio porque, para ver nubes, ya habíamos tenido bastante por la noche. Bajamos hacia Iturriotz y, a medida que perdíamos altura, la niebla se disipaba, revelando un camino que en poco tiempo se convirtió en una procesión de montañeros madrugadores.
Llegamos a Iturriotz y, oh sorpresa, apareció el sol. Momento clásico: quitarnos capas de ropa y empezar a dudar si hemos acertado con el vestuario. Seguimos por el GR-35 hasta el collado de Altzuzelai, un tramo con rincones realmente bonitos. Desde el collado nos tocó subir hacia Murugil, la cima del monte Pagoeta. La subida nos hizo sudar, pero las vistas compensaron el esfuerzo. Antes de llegar al collado de Ikazkiñarteta, hicimos una pequeña desviación para subir al monte Olarteta (714 m). Allí arriba, los caballos pastaban tranquilamente, ajenos a nuestro esfuerzo.
Tras la foto de rigor, pusimos rumbo a Murugil (717 m), que estaba al lado. Tocó saltar una alambrada porque, al parecer, el senderismo sin un poco de parkour no es lo mismo. Nos hicimos las fotos en el buzón montañero y seguimos hacia la Cruz de Pagoeta, donde muchos creen haber coronado la cima... pero no. Ahí cerca estaba el refugio de Urruzume, donde nos dimos un buen homenaje con el almuerzo.
Con las energías repuestas, empezamos la bajada hacia Aia por el camino del Calvario, con sus cruces blancas y su aire solemne. Pero, en vez de seguir la ruta tradicional, nos desviamos hacia la falla de Azkortehaitza, un rincón espectacular. Pasamos también por el "mirador" de Burnigurutze, aunque de mirador tiene poco... Los árboles han decidido que las vistas son para ellos.
Al llegar a Aia, hicimos lo que cualquier montañero con sentido común haría: parar a reponer líquidos con unas sidras y unos buenos pintxos de carne. Después de eso, seguir caminando fue un ejercicio de voluntad.
Bajamos hacia Agorregi, un lugar con molinos y una ferrería digna de una película de época. Todo allí rezuma historia. Y ya en el tramo final, con la nostalgia propia de quien sabe que la aventura llega a su fin, pasamos por Olaskoegia y el restaurante Errota (cerrado, una pena). Al llegar a Orio, nos encontramos con el bar Altxerri y, como teníamos una hora hasta el tren, decidimos esperarlo con... ¡más sidra, claro!
Y así terminó esta travesía de tres días por montes "blancos". Sin asfalto casi, con muchas risas y, sobre todo, con ganas de la próxima. Espero que os haya gustado.