Dejamos el coche en Aizarnazabal, muy cerca de su casco urbano, formado por la iglesia parroquial de San Miguel, la Casa Consistorial y un puñado de edificios tradicionales que conservan todo el sabor del pueblo. Aizarnazabal ha vivido siempre muy ligado al río Urola, que durante siglos fue una auténtica vía de comunicación natural entre el interior y la costa. Por este valle circularon mercancías, ganado y personas, y también se desarrolló una intensa actividad ligada al agua: molinos, ferrerías y pequeños aprovechamientos hidráulicos, de los que hoy aún quedan interesantes vestigios.
La ruta comienza descendiendo hacia el río Urola, que cruzamos por el puente de Auspagindegi para dirigirnos al cruce de Txiriboga. Este punto es clave, ya que marca la unión de dos cursos de agua: el Urola, uno de los ríos más importantes de Gipuzkoa, y la erreka Altzolarats. Este encuentro de aguas da inicio al valle de Altzolarats, también conocido como Granada Erreka, un valle secundario, tranquilo y muy humanizado, que durante generaciones ha sustentado numerosos caseríos y pequeñas explotaciones rurales. Durante el recorrido iremos descubriendo la riqueza histórica y natural de un valle que se desarrolló en torno al arroyo y cuya economía se apoyó durante siglos en ferrerías y molinos.
Desde aquí tomamos una pequeña pista señalizada hacia Urdaneta (Aia) y Altzolarats. Caminamos un corto tramo por la pista y, nada más pasar el caserío Jauregietxea, que aparece a nuestra derecha, encontramos un desvío que se dirige hacia la erreka. En este punto se sitúa el caserío Bengoetxea, un rincón con encanto del recorrido. Junto a él se conserva un puente de piedra del siglo XVI que salva la erreka Altzolarats, testigo del antiguo tránsito por el valle. En la parte baja del caserío se aprecia un arco de piedra, vestigio del molino hidráulico que aquí funcionó para dar servicio a los caseríos cercanos.
Tras la visita regresamos a la pista principal y continuamos hasta alcanzar un cruce desde el que parte la subida hacia Indamendi, entre varios caseríos asentados en la falda del monte. En este cruce encontramos un panel con los nombres de los caseríos y su ubicación. El camino por el que vamos a subir es el Urdanetabidea, mientras que el regreso lo realizaremos por el Altzolaraspidea, que recorre el fondo del valle y nos devolverá más adelante a Aizarnazabal.
A partir de aquí el camino no da tregua. Comenzamos una subida constante que nos lleva primero junto al caserío Auzoetxea, y más arriba junto a Ondalde. El siguiente en aparecer, ya en torno a los 200 metros de altitud, es el caserío Goikoetxea. Desde este tramo las vistas empiezan a abrirse, con Aizarnazabal a nuestros pies y, al fondo, los macizos de Izarraitz, con la inconfundible silueta del Erlo, y el macizo de Andutz.
Tras dejar atrás Goikoetxea, en una curva cerrada tomamos la pista que sigue ascendiendo hasta llegar al caserío Iroita-Azpi, punto donde finaliza el asfalto. A partir de aquí seguimos por un camino herboso, más rústico. Enseguida tomamos un desvío a la derecha (sur) y, pocos metros después, otro a la izquierda (sureste). Este tramo, en fuerte pendiente, enlaza con un camino que sube desde el barrio de Saiatz.
Continuamos ganando altura hasta encontrar, por nuestra izquierda, un sendero claro que se dirige sin concesiones hacia la cima del monte Indamendi (462 m), coronada por un vértice geodésico. Esta cumbre pertenece al macizo de Pagoeta, integrado a su vez en el ámbito montañoso de Hernio, y actúa como un excelente mirador natural.
Las vistas desde la cima son magníficas: Zarautz, Zumaia, Pagoeta, Ernio, Izarraitz, Andutz, la costa guipuzcoana y, en días despejados, el inicio de la costa vizcaína. Desde el vértice geodésico nos acercamos a la Cruz de Indamendi, donde confluyen las mugas de Zestoa, Aizarnazabal y Aia. La cruz fue colocada en 1955 por el grupo montañero Oargi, y a sus pies se encuentra un buzón montañero con forma de hongo.
Desde aquí continuamos por el cordal en dirección a Txatxarromendi, pasando junto a la cota de Agiñetazar, cuya cima no alcanzamos al no haber un paso cómodo en la alambrada. El sendero pasa prácticamente a su lado, por lo que no supone una pérdida significativa. Descendemos después al collado de Aierdimusu (363 m), donde encontramos una pequeña borda, y desde allí afrontamos una breve subida a una antecima rocosa antes del ascenso final a la cima de Txatxarromendi (452 m). Aquí encontramos la cruz caída, aparentemente arrancada de su base, en un entorno muy expuesto al viento, que se deja notar con fuerza.
Iniciamos el descenso hacia el collado de Indagarate (370 m), ya en el barrio de Urdaneta (Aia). Al llegar al collado enlazamos con la carretera y la seguimos hasta el núcleo de Urdaneta. El bar-restaurante Izarra lo encontramos cerrado, así que seguimos adelante y comenzamos el descenso hacia el valle de Altzolarats por un camino que discurre bajo una línea eléctrica y traza varias zetas en su tramo final. Salvamos aquí unos 280 metros de desnivel, una bajada notable.
Ya en el fondo del valle alcanzamos la pista principal y giramos a la izquierda para remontar ligeramente hasta las ruinas de la Casa-Torre de Altzolaras, en Zestoa. Se trata de un edificio de estilo gótico y severo, levantado en el siglo XV, hoy sin tejado debido a un incendio, pero con sus muros y vanos de piedra aún visibles entre la vegetación. Junto a ella se encuentra el caserío Errota-txiki y un bonito puente de piedra.
Ahora sí, emprendemos el regreso definitivo a Aizarnazabal siguiendo el Altzolaraspidea, que recorre el fondo del valle, muchas veces junto a la erreka Altzolarats. Pasamos primero junto al caserío Olalde, que da la impresión de estar abandonado. Al asomarnos por una de sus ventanas comprobamos que el interior se encuentra completamente arruinado. En la parte trasera del edificio aparecen unas ruinas invadidas por la vegetación que, por la disposición de sus muros y la presencia en la parte inferior de un arco de piedra, parecen corresponder a un antiguo molino hidráulico, otro ejemplo más del intenso aprovechamiento del agua en este valle.
Poco después llegamos a Bekola, donde encontramos uno de los conjuntos más interesantes del recorrido: el azud, el canal de derivación y los restos de la ferrería de Bekola, con su antepara y un escudo de piedra en la fachada que indica el año 1734. Frente al caserío hay una fuente con lavadero y, junto a ella, un potro de herrar, utilizado antiguamente para inmovilizar a los animales.
El valle se ensancha ligeramente al llegar a Aristizabal, con campas donde pastan caballos, y más adelante pasamos junto a Zornotza, donde el sol logra colarse en este valle generalmente sombrío y fresco. El último caserío es Urbieta, tras el cual regresamos al cruce inicial.
Solo queda volver al puente de Auspagindegi y salvar la última cuesta para cerrar esta completa y variada ruta circular, que combina montaña, paisaje rural y un notable patrimonio histórico e industrial escondido en uno de los valles menos conocidos del entorno del Urola.
Track para GPS:
Powered by Wikiloc

































































































































