Iniciamos nuestra caminata en la estación de tren de Legorreta, que dispone de un parking. Desde allí, nos dirigimos por el bidegorri hacia el núcleo urbano de Legorreta hasta alcanzar el Humilladero de la Santa Cruz, un monumento barroco del siglo XVIII, declarado Conjunto Monumental.
Desde el humilladero, una pista asciende hacia los caseríos Urdaneta, ganando rápidamente altura. La primera parada fue en Urdaneta Azpi, seguida por Urdaneta Goiko, donde nos aguardaba José Mari, un amigo de Ángel. José Mari nos recibió con su majestuosa yegua blanca, Yora.
La conexión entre José Mari y su yegua era palpable. Yora, originalmente una yegua de rejoneo de la ganadería de Felipe Campuzano, enfrentaba un destino trágico debido a una lesión en la pezuña que la incapacitaba para el rejoneo. Sin embargo, la suerte de Yora cambió cuando José Mari decidió comprarla, salvándola así de una muerte segura.
Con orgullo, José Mari nos recibió en su caserío, ofreciéndonos unas barras de pan duro para que alimentáramos a Yora. Nos contó que la debilidad de Yora es la avena, y que él, con dedicación, se asegura de darle una ración diaria de 850 gramos de avena negra, ya que esta tiene más nutrientes que la avena blanca.
La historia de José Mari y Yora es un testimonio de amor y dedicación, un ejemplo conmovedor del vínculo especial que puede formarse entre un hombre y su caballo. Mientras continuamos nuestra marcha, la imagen de Yora disfrutando de su pan duro bajo la atenta mirada de su dueño quedó grabada en nuestra memoria.
Continuamos nuestro camino, adentrándonos en el bosque por una senda no registrada en los mapas, que nos llevó hasta los baserris Sarasola, ubicados en un lugar tranquilo con vistas al macizo de Murumendi.
Nos llamó la atención el blasón de la casa solar Sarasola, junto a un texto que indicaba que el caserío se quemó en 1924 y fue reconstruido en 1928 por su propietario.
Dejamos atrás estos caseríos y seguimos por la pista hacia el cementerio de Altzaga, donde el camino se bifurca.
Consideramos descender a Altzaga, pero finalmente decidimos continuar hacia Altzagarate, el barrio alto de Altzaga. Tras pasar el cementerio, nos encontramos con un depósito y, tras superarlo, tomamos un camino herboso que empapó nuestros pantalones y calzado debido a la lluvia nocturna y las hierbas mojadas.
Las vistas hacia el macizo de Murumendi y el pueblo de Ordizia eran impresionantes.
Al llegar a Altzagarate, salimos a la carretera a la altura del baserri Iparragirre.
Unos metros más adelante, al final de la carretera, encontramos un restaurante ya cerrado, la ermita homónima y un pequeño mirador con prismáticos de pago, desde donde se puede observar el valle del Oria y gran parte de la comarca del Goierri.
Ermita de Altzagarate
Mirador frente a la ermita
Desde la ermita, nos dirigimos hacia los caseríos Mendiola.
Con el monte Altzagamendi frente a nosotros.
Al llegar a estos caseríos, el camino se bifurca nuevamente. Tomamos el sendero de la izquierda y ascendimos un pequeño tramo hasta alcanzar Burni-Sagasti, donde giramos a la derecha. Nuevamente, el camino se bifurca, y optamos por la ruta de la izquierda que asciende hacia Altzagamendi; el sendero de la derecha conduce al collado de Bostaritzeta.
Este último tramo de subida fue relativamente cómodo, alcanzando la cima de Altzagamendi casi sin darnos cuenta. El terreno donde se encuentra la cima, coronada por un vértice geodésico roto, está cercado, por lo que no entramos. Tampoco era necesario saltar el cercado, ya que la proximidad del camino a la cima es suficiente para considerarla alcanzada. Además, unas vacas descansaban tranquilamente junto al vértice y no queríamos molestarlas.
Desde Altzagamendi, descendimos al área de San Juan Iturri, donde encontramos mesas de picnic, una fuente de agua y un lavadero. Este lugar, con vistas despejadas, fue perfecto para hacer una parada y almorzar.
Después del almuerzo, tomamos un camino prácticamente llano que nos llevó al collado de Bostaritzeta.
Continuamos adelante y, al poco tiempo, llegamos a Gaztaintxota, donde tomamos una pista a la derecha que desciende hacia el pueblo de Arama, pasando por los baserris Abali, Lauhaizeta, Arsuaga y Etxeberri. Las vistas desde esta pista eran maravillosas.
Al llegar a Arama, nos dirigimos al ostatu, donde tomamos un refrigerio antes de continuar hacia Itsasondo, donde enlazamos con el bidegorri que nos llevó de vuelta a Legorreta siguiendo el valle del Oria.
Una vez en Legorreta, terminamos nuestra ruta en la plaza entre la iglesia de San Salvador y el Ayuntamiento, disfrutando de una cerveza y una agradable charla.