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viernes, 6 de diciembre de 2013

Lea Ibilbidea: naturaleza e ingenios a la vera del río Lea

Viernes, 6 de diciembre de 2013

Esta vez nos vamos a Bizkaia. El plan: recorrer el Lea Ibilbidea, un sendero que sigue el curso del río Lea desde Mendexa hasta Munitibar. La excusa perfecta para pasar el día al aire libre y, de paso, testear si un tramo podría hacerse con sillitas de niños.

Voy con los amigos de Amaraberri Mendizmendi, un grupo de padres de la Ikastola Amara Berri de Donostia que organizan salidas montañeras para acercar a los chavales a la naturaleza. Una iniciativa preciosa, y en la medida que puedo, echo una mano preparando o probando recorridos.

Hoy nos esperan unos 21 kilómetros de paseo tranquilo y con historia, porque el Lea Ibilbidea es mucho más que un camino: es un recorrido por el patrimonio industrial, hidráulico y natural del valle.

El Valle del Lea

El río Lea nace en las laderas del monte Oiz y tras unos 25 kilómetros de vida desemboca en el Cantábrico, en Lekeitio. A su alrededor se extiende el valle de Lea Ibarra, compuesto por siete municipios: Munitibar, Aulesti, Gizaburuaga, Amoroto, Mendexa, Ispaster y Lekeitio. Los cinco primeros forman la Mancomunidad de Lea Ibarra desde 1983, y comparten paisaje, historia y hasta una manera de entender la vida muy ligada al agua, al hierro y al caserío.

Arrancando junto al mar

Aparcamos junto a la playa de Karraspio (Mendexa). Frente a nosotros, la Isla de Garraitz (San Nikolas), accesible a pie cuando baja la marea. El km 0 del recorrido está un poco más adelante, en el puente de Izuntza, justo donde la ría de Lea separa Lekeitio de Mendexa.

Nada más empezar ya se nota que este camino promete: mar, ría, molinos, caseríos y verde por todas partes.

Marierrota y los carpinteros de ribera

La primera parada interesante es Marierrota, un molino de mareas construido en 1555. Hoy funciona como Centro de Interpretación, y dentro se puede ver cómo se molía el grano con la fuerza del agua del mar.

En este tramo final del río hubo hasta cinco astilleros tradicionales. Aquí trabajaban los “carpinteros de ribera”, construyendo pesqueros, yates y otras embarcaciones. Frente al molino aún se conserva el astillero de Egiguren y Atxurra, rehabilitado y en muy buen estado.

El paisaje, con la marea baja, deja ver el esqueleto de algún viejo barco y, al otro lado, el Palacio Zubieta (1716), uno de los edificios barrocos más elegantes de Bizkaia. Dicen que cerca de aquí se plantó el primer pino insignis llegado de Monterrey, que luego colonizó medio Euskadi.

Molinos, presas y ferrerías

A partir de aquí el camino se mete en el valle y empieza lo mejor.
El sendero está perfectamente acondicionado, incluso con pasarelas de madera en algunos tramos, ideal para caminar sin miedo a los resbalones.

Pasamos por el baserri Leabekoa, las ruinas del Hospital Zaharra, y la presa de Olalde, la primera de las 18 presas que hay en el río. Cada una servía para alimentar molinos o ferrerías.

El puente de Errotabarri, en Amoroto, nos regala una estampa de postal. Poco después vemos una escala salmonera, recordando que el Lea sigue siendo uno de los ríos salmoneros de la península.

Ingeniería vasca en acción

El tramo entre Amoroto y Gizaburuaga está lleno de pequeñas joyas hidráulicas. Destaca la presa de Lariz-Oleta, una obra de ingeniería adelantada a su tiempo. Fue diseñada siguiendo las ideas de Pedro Bernardo Villarreal de Berriz, un auténtico genio del siglo XVIII. En lugar de presas de gravedad, propuso las de arco y contrafuerte, más eficientes y baratas.

Un poco más adelante se ven las ruinas del molino Lariz-Aurre (Errotazar), que quedó inutilizado cuando se construyó la presa nueva aguas abajo.

Bengolea: corazón ferrón del Lea

Al llegar a Gizaburuaga encontramos uno de los puntos clave del recorrido: el complejo ferro-molinero de Bengolea, también ligado a Villarreal de Berriz. En el siglo XVIII fue una de las ferrerías más importantes de Bizkaia: en 1750 producía más de 1.700 quintales de hierro.
No es de extrañar que el País Vasco fuese entonces el gran proveedor de hierro de Europa.

Un poco más adelante asoma la Torre de Bengolea, del siglo XVI, con su escudo familiar en la fachada.

Río arriba hasta Munitibar

El paisaje se abre, los caseríos se dispersan por las laderas y los tonos verdes se multiplican. Nos sorprenden las plantaciones de kiwis (sí, kiwis vascos), y hasta un pequeño grupo de sequoias que custodian el camino como si fueran guardianes del valle.

Pasamos junto a caseríos preciosos —Abitxa, Zabalbeaskoa, Galantena, Goikolea— y disfrutamos de tramos muy tranquilos junto a la ribera, donde las campas se usan para pastos y huertas.

Poco a poco el valle se va cerrando y, tras pasar la residencia Oizpe Egoitza, entramos en Munitibar, el final de nuestro recorrido.

Final feliz (y con plato combinado)

En la Herriko Plaza aprovechamos para recargar pilas en la taberna del pueblo. Comida casera, buen ambiente y las chicas que nos atendieron, majísimas.

Después de 21 kilómetros y muchas paradas, la conclusión es clara:
el Lea Ibilbidea no solo es un paseo precioso por un valle poco conocido, sino también un recorrido por la historia de la ingeniería, la industria y la vida rural de Bizkaia.


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Track para GPS:
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Aparcamos y comenzamos el recorrido junto a la Playa de Karraspio en el municipio de Mendexa. Frente a nosotros se encuentra la Isla de Garraitz (San Nikolas) a la cual se puede acceder cuando la marea está baja. Oficialmente el Km 0 del Lea Ibilbidea comienza en el Puende de Izuntza, a unos 800 metros de donde nos encontramos.
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La Villa de Lekeitio al fondo
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Al fondo vemos el puente de Izuntza sobre la ría de Lea que une los municipios de Mendexa y Lekeitio.
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Desembocadura de la ría Lea.
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El 'Boga Boga' ejemplo de carpintería de ribera que se practicó en esta cuenca hasta mediados del s. XX. Aquí, junto al puente de Izuntza, comienza el Km 0 del Lea Ibilbidea.
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No tardamos en llegar a Marierrota, molino de mareas construido en 1555 para suplir a los fluviales en momentos de sequía. Actualmente está reformado y es un Centro de Interpretación donde se reproduce como trabajaban antiguamente y donde también pueden verse en movimiento las ruedas de molino.
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En sus metros finales hasta la desembocadura, en la ría del Lea se alinean cinco astilleros tradicionales donde los llamados 'carpinteros de ribera' construían y reparaban pesqueros, yates, así como otras embarcaciones menores. Río arriba, en la margen izquierda., frente al Marierrota, se encuentra el astillero de Egiguren y Atxurra. Es uno de los pocos edificios industriales de su tipo que permanecen en pie, y gracias a una reciente rehabilitación acometida por sus propietarios, se encuentra en buen estado de conservación.
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La marea baja deja a la vista el esqueleto de algún barco.
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En esta foto vemos el dique de mampostería del molino Marierrota. Al subir la marea el agua queda retenida en la marisma por el dique y posteriormente, al bajar la marea, se abre la compuerta en el molino y el agua se libera saliendo con fuerza moviendo lo rodetes del molino. Uno de los problemas que tenía este molino era cuando había crecidas del río; los lodos arrastrados entraban en la marisma y las tareas de limpieza eran largas y muy costosas. Desde luego no era un molino muy rentable.
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En la otra orilla vemos el Palacio Zubieta construido en 1716. En su estilo barroco, está considerado el edificio más bello de Bizkaia. Como curiosidad, en sus inmediaciones se plantó el primer ejemplar de pino insignis procedente de Monterrey (EEUU) y que un siglo después ocupa gran parte del territorio vasco.
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En dos puntos del camino veremos barcazas de colores utilizadas en las fiestas patronales de Lekeitio,  el 'antzar eguna'. Las barcas cargadas de cuadrillas de chicos y chicas reman hasta el punto de competición donde les aguarda un ganso muerto suspendido en una cuerda. 
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A la altura del baserri Leabekoa podemos ver al fondo las ruinas del Hospital Zaharra, también de estilo barroco. Se construyó para atender a los enfermos de la iglesia de Mendexa y circundantes.
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Presa de Olalde. La primera presa o azud de las dieciocho que hay en el río Lea. Estas presas se construyeron para proveer agua a ferrerías y molinos.
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Como se puede ver, algunos tramos del sendero transcurren sobre una pasarela de madera perfectamente acondicionada para no sufrir resbalones.
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LLegamos al bonito puente de Errotabarri en Amoroto.
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Otro azud con su escala salmonera (el río lea es uno de los  ríos salmoneros de la Península Ibérica).
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Sin apenas dificultad vamos recorriendo bonitos tramos junto al río y allí donde el valle de abre podemos ver como el terreno se aprovecha para la agricultura.
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Caminar por la ribera del río es un ejercicio muy relajante.
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El valle, salpicado de caseríos junto a los diferentes matices verdes se torna en un paisaje con mucho encanto.
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Otra cosa que nos ha llamado la atención ha sido la gran cantidad de plantaciones de kiwis.
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Junto al caserío Abitxa pasamos junto a una pequeña plantación de kiwis.
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Otro azud un poco más adelante de Abitxa con su escala de peces donde se garantiza la continuidad fluvial.
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Antes de llegar al barrio de Lariz nos encontramos con una bonita vista del valle.
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Al llegar al barrio de Lariz el sendero transcurre durante un corto tramo junto a la carretera.
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Presa de Lariz-Oleta donde se aprecia el innovador sistema de arcos frente a las presas de gravedad. Este tipo de presas son el patrimonio más destacable que tiene el río Lea. Supusieron una evolución en ingeniería hidráulica, un avance fundamental que mejoraba la distribución de los esfuerzos mecánicos. La introducción de este tipo de presas de arco en el siglo XVIII se convirtieron en la tipología más usada por ser más eficientes, más resistentes y más baratas.  No son presas de almacenamiento de agua sino que son azudes de derivación. Las características de construcción de este tipo de presas se emplearán en la construcción de presas mayores dando lugar a la ingeniería hidráulica moderna. El artífice de este tipo de presas fue Pedro Bernardo Villareal de Berriz, aunque no todas las presas de este tipo en el Lea las construyó él sino que lo hicieron otros basados en sus diseños.
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Ruinas de Lariz-Aurre "Errotazar". Fue un molino de represa, (molino de presa de arco y contrafuerte) construido por P.B. Villareal de Berriz. Una vez amortizado se construyó aguas abajo la presa de Lariz-Oleta quedando inundada la presa de este molino.
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Continuamos por el tranquilo y relajante camino disfrutando del paisaje.
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Llegando al barrio de Eguen (Gizaburuaga).
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"Totem" de acero con el símbolo del Lea Ibilbidea: Ingenio & Natura
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Llegamos a uno de los puntos importantes en el camino. El complejo ferro-molinero de Bengolea. Es en este lugar donde Pedro Bernardo Villareal de Berriz, industrial e ingeniero mondragonés,  tras casarse con la heredera del complejo se encarga del mismo y acomete una serie de reformas técnicas sustanciales para mejorar su rendimiento.photo PC069306.jpg

Situada en el barrio de Okamina, en Gizaburuaga, en su día fue la ferrería más importante de Bizkaia. En el año 1750 Bengolea llegó a producir hasta 1717 quintales de hierro. Junto con otras ferrerías, el Pais Vasco fue el principal proveedor de hierro a Europa. Con este dato no es difícil imaginar la importantísima actividad ferrona que había en toda la zona. Pero llegó la crisis en este sector (perdida de mercados a consecuencia de las guerras en Europa, competencia extranjera) y ya en el año 1814 en Gizaburuaga no funcionaba ninguna ferrería. Lo que si siguieron funcionando fueron los molinos hasta el siglo XX.
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Un poco más adelante se encuentra la Torre de Bengolea del siglo XVI con el escudo de los Bengolea en su fachada.
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Otra bonita zona donde el valle de abre.
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Llegando al caserío Angizolea
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Llegando a Aulesti.
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Mirada atrás. Aulesti bajo el monte Illuntzar.
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Llegando al barrio de Ibarrola en Aulesti
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Caserío Zabalbeascoa en Ibarrola.
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La sierra de Bedartzandi donde destacan las peñas del monte Urregarai.
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Pasado el caserío Zabalbeaskoa cruzamos el puente de Pontorroi.
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Caserío Galantena. Caseríos grandes y bonitos por toda esta zona.photo PC069339.jpg

En un tramo del camino, junto a una vaguada nos llama la atención unas cuantas sequoias. Hay un par de ellas que custodian el camino cual centinelas.
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Las pequeñas y contadas campas junto a la ribera son utilizadas para pastos y la agricultura.
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Las típicas metas que sirven para el almacenaje de la hierba.
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Fuente al lado del caserío Goikolea (Aulesti)
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Precioso tramo por la ribera del río.
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Llegando a Munitibar pasamos junto a la residencia Oizpe Egoitza Koop.E.
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Enseguida llegamos al núcleo urbano de Munitibar.
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Fuente en la Herriko Plaza
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Parroquia San Vicente de Arbatzegi en Munitibar
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Y en la herriko taberna aprovechamos para meternos entre pecho y espalda un buen plato combinado. Comimos muy bien y las chicas muy majas y atentas.
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